Los niños que padecen la enfermedad de TDAH,
hiperactividad, no pueden concentrarse en el aula mucho tiempo y son
impulsivos. Esta técnica sirve para que se relajen y piensen antes de actuar y
así poder tranquilizarse.
El maestro empieza la clase contando un cuento:
“Hace muchos años había una tortuga jovencita que
tenía seis años de edad y había empezado a ir a la escuela. Se llamaba
Tortuguita y no le gustaba ir al colegio. Prefería quedarse en casa con su mamá
y jugando con su hermanito. Le parecía muy pesado lo que hacía en la escuela,
ella quería reír y jugar con sus amigos.
No quería colaborar con los demás ni le interesaba
escuchar a su maestra ni tampoco quería dejar de hacer los ruidos maravillosos
que hacía con su boquita. Para la tortuguita era muy difícil acordarse de las
cosas que no tenía que hacer, por eso siempre estaba metida en jaleos.
Cada mañana, al ir a la escuela, se decía a si misma
que se iba a esforzar todo lo posible para evitar meterse en problemas durante
la clase pero siempre acababa discutiendo con algún compañero. También perdía
la razón cuando se equivocaba y metía la pata y entonces rompía en pedacitos
todos sus papeles.
Al final empezó a pensar que era una tortuga mala y
comenzó a sentirse muy mal y muy triste.
Un día, cuando peor se encontraba, se encontró con
la tortuga más grande y vieja de la cuidad. Era muy sabía, tenía 200 años de
edad y era tan grande como una casa. Cuando Tortuguita le contó sus problemas,
ella, que era muy buena y sabia, le dijo: << la solución a sus problemas
la tenía encima>> y, como Tortuguita no le entendía le dijo: <<Tus
problemas están en tu caparazón. Puedes esconderte dentro de él cuando te
enfade algo o te pongas nerviosa. Cuando te encuentres dentro de tu caparazón,
eres capaz de disponer de un momento en reposo y descubrir lo que has de hacer
para resolver la situación. Así, la próxima vez que te enfades métete enseguida
dentro de tu caparazón>>.
Al día siguiente Tortuguita lo comprobó. Cuando se
equivocó y estropeó su hoja de papel blanco y limpio empezó a enfadarse mucho,
mucho.
Entonces recordó lo que le había dicho la tortuga sabia, encogió sus brazos,
piernas y cabeza y los apretó contra su cuerpo y se mantuvo quieta hasta que
supo lo que debía hacer.
Cuando salió fuera la
maestra la felicitó, en vez de reñirle. Tortuguita utilizó este recurso durante
todo el curso escolar. Era su secreto. Al recibir su hoja de calificaciones
comprobó que era la mejor de la clase. Todos se maravillaban y le preguntaban
cuál era su secreto mágico”.
Así, cuando el niño con
hiperactividad se ponga nervioso, la maestra o los propios compañeros le dirán
“tortuga” y este se esconderá haciendo una bola hasta que éste más calmado. Por
tanto, no solo sirve para niños con hiperactividad, también para niños sin este
problema.
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